Cómo se inventaron los productos promocionales

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Hoy en Mundo Personalizado te hablaremos de un tema crucial en la historia de la publicidad y los negocios. Se trata de cómo se inventaron los productos promocionales, una técnica que conserva su efectividad hasta el día de hoy y no te imaginarías hasta donde se remonta su historia. Sigue leyendo y entenderás por qué los regalos corporativos y el material de empresa son elementos cruciales en toda organización que desea dar a conocer su marca ampliamente.

Publicidad innovadora

Desde el siglo XVII, ya con la invención y popularización de la imprenta, se vieron las primeras tarjetas de presentación. Sin embargo, no fue algo muy exitoso y las personas no se vieron tan emocionadas con la idea. En realidad, se puede decir que el primer producto promocional surgió en Norteamérica y fueron nada más y nada menos que botones conmemorativos para celebrar la elección de George Washington como presidente.

Esto sucedió en 1789, más adelante, a mediados del siglo XIX, se volvieron populares los objetos como almanaques con publicidad, sin embargo, no fue hasta la última mitad del siglo XX cuando se empezaron a crear y comercializar este tipo de productos promocionales en abundancia, dando paso a la gigantesca industria que conocemos hoy en día.

La imprenta y los productos promocionales

Hay una anécdota muy interesante de un señor en Ohio, Estados Unidos, dueño de un pequeño diario en la ciudad, llamado Jasper Freemont Meek. Él un día vio a un niño pasar camino a la escuela, quien soltó sus cuadernos por accidente y estos cayeron al lodo. Entonces se le ocurrió una genial idea, por lo que fue a buscar a su amigo Cantwell, dueño de una zapatería con su nombre, para comentarle: ¿por qué no fabricar algo para que los niños lleven sus cuadernos más cómodamente, y rotularlo con un mensaje publicitario simple?

Fue entonces cuando se inventaron los productos promocionales por primera vez: unas prácticas bolsas de arpillera donde se leía sencillamente «Compre Zapatos Cantwell», texto impreso, por supuesto, con ayuda de Meek. El dueño de la zapatería en cuestión las obsequiaba a todo niño que entrara a su tienda, ellos le daban distintos usos, principalmente escolares, y así el empresario lograba publicitar su marca a un costo relativamente bajo, por lo que ambos personajes consiguieron en esta gran invención un negocio fructífero.

Las bandejas publicitarias

Pero la historia no termina aquí. Meek tomó esta idea para ofrecer sus servicios a muchas otras empresas. Continuó haciendo fundas para caballos impresas de la misma forma, usadas por absolutamente todos los jinetes de la ciudad. Fue entonces cuando inició su propia compañía de productos personalizados promocionales llamada Publicidad Tuscarora, un negocio que bastante exitoso, sin competencia para la época.

Más adelante, después que se agotaron todos los recursos que pudieran pasar bajo una imprenta, gorras, delantales, sombreros, bolsas, látigos, fundas, calendarios y hasta abanicos, se dieron cuenta que era hora de hacer un cambio. Así que Henry D. Beach, irónicamente dueño de la empresa que fue la primera competencia de Meek, ideó una forma de hacer publicidad en objetos más innovadores: se le ocurrió hacer bandejas de metal publicitarias, como las que podemos ver hoy en día en muchas tiendas de coleccionistas y antigüedades.

La identidad de marca y sus inicios

Las bandejas eran un producto indispensable en bares y cafés para servir las bebidas, por lo que Coca-Cola y algunas marcas de cerveza fueron las más notables usuarias de este recurso, convirtiéndose en la primera publicidad en el punto de venta o P.O.P, de la historia. Realmente la historia de cómo se inventaron los productos promocionales es muy amplia, y aunque hubo muchos indicios de esta práctica en épocas anteriores, no fue hasta entonces que se utilizó con objetivos claros y estratégicos.

Incluso tres mil años antes de Cristo, el Imperio Babilónico utilizaba en sus construcciones bloques de arcilla marcado con los símbolos especiales que identificaban al mandatario que los ordenaba. Esta tendencia de la época, quizás involuntariamente, es hoy en día una clara técnica de branding e identidad de marca. Así que realmente esta historia no es nada nuevo, y esta estrategia es algo que ha funcionado perfectamente a través de los años, a tal punto que hoy los productos publicitarios pueden ser desde material de oficina hasta camisetas y accesorios.

Ahora que conoces cómo se inventaron los productos promocionales, ¿utilizarías alguno para dar a conocer tu empresa? Déjanos tus comentarios y si te ha gustado este artículo siéntete libre de compartirlo a través de tus redes sociales.

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Andreína Casado

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